Puntadas que sanan el dolor

 En 2005 una enviada del Comité Central Meronita llegó con la misión de ayudar a un grupo de víctimas obligadas al desplazamiento en 2000 de su tierra, Mampuján, Bolívar, a dos horas de Cartagena.La psicóloga, impactada por el dolor de las mujeres, puso manos a la obra y a través de su hobby, el ‘patchwork’, empezó a aplicar una estrategia para ayudarlas a superar el trauma dejado por el ataque paramilitar a esta población.

Puntada tras puntada, las mujeres juntas procesaron sus duelos, se abrazaron, lloraron, hicieron catarsis del dolor enquistado en sus almas, aquel que sólo les obligaba a pensar en la venganza. El arte transformó el dolor y las tejedoras de Mampuján se convirtieron en ejemplo mundial de paz y reconciliación.

Así recuerda Juana Alicia Ruíz, líder del colectivo de tejedoras de Mampuján, el proceso que permitió que un grupo de mujeres víctimas se empoderaran y se unieran para ayudar a otras víctimas como ellas.
Se trata de la experiencia seleccionada este año para el VI Salón de Arte Popular de la Fundación BAT, que rinde un homenaje a la resiliencia de las víctimas del conflicto.

“Son las mujeres como el símbolo de este salón, ellas estarán en todo el proceso. Sus tapices estarán en todos los museos del país y ellas estarán dictando talleres en otras zonas afectadas por el conflicto. Para que borden, cuenten sus historias y se liberen de sus tragedias”, explicó Ana María Delgado, gerente de la fundación BAT. Para Juana, “este reconocimiento representa la dignidad de los artistas populares que están escondidos, que hacen cosas hermosas y, a través del arte, han aportado a la paz del país de manera empírica”.

El colectivo de Mujeres de Mampuján, tras su proceso de transformación decidieron salir a otras zonas del país y, con sus pocos recursos han ayudado a muchas víctimas. Ahora lo podrán hacer a muchos más lugares, pues el apoyo de la Fundación, incluye recursos para “fortalecer el trabajo con las víctimas que necesitan tramitar su duelo”, agregó Juana. Ahora las tejedoras buscan consolidarse con su arte, empoderarse y generar ingresos para sus familias. Sus tapices ya no contarán más historias de dolor, ahora serán de esperanza.