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Práctica polvorera en Antioquia: ¿qué tanto de tradición tiene?

Históricamente la región registra el mayor número de quemados en Colombia. ¿Por qué?

09 de diciembre de 2017 Por: JUAN DIEGO ORTIZ JIMÉNEZ

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Polvora 2x1

Antioquia y Medellín son el departamento y el municipio con más quemados por manipulación de pólvora en Colombia en lo que va de diciembre con 15 casos (dos más que Cauca) y cinco lesionados (uno más que Manizales), respectivamente. Esto, pese a que fue el primer ‘día de velitas’ en el departamento en el que no se registraron quemados y que ya van tres días sin lesiones.

Según el Instituto Nacional de Salud (INS), los 15 casos de quemados en los primeros siete días de diciembre corresponden a cuatro menores y 11 adultos, nueve de ellos en el Aburrá. Los lesionados tienen quemaduras menores salvo uno que sufrió amputación. Esta cifra significa un aumento de 25 por ciento con respecto a 2016.

Con base en los datos del INS, en el último periodo de vigilancia intensificada (del primero de diciembre de 2016 al 14 de enero de 2017), Antioquia aportó la mayoría de casos de quemados con pólvora en Colombia, con 133, seguido de Valle del Cauca (103) y Nariño (81).

¿Por qué está tan arraigada la práctica polvorera en Antioquia?

El uso de explosivos se remonta incluso a tiempos de la Colonia. La campaña minera en gran parte del departamento, actividad económica por la que se fundaron muchos municipios, empleó pólvora y explosivos para agilizar la extracción, por eso, por mucho tiempo, los explosivos hicieron parte de la cotidianidad de los pueblos. De la minería pasó a la religión. La pólvora detonante se utilizaba para que los creyentes estuvieran despiertos y se integraran al evento gozoso que se llevaba a cabo. Luego tuvieron lugar en conmemoraciones cívicas o políticas.

Manuel López García, psicólogo y magíster en estudios socioespaciales, dijo que muchos años después, el narcotráfico hizo una resignificación de la práctica polvorera, ampliando su significado y convirtiéndola en forma de evidenciar dominio.

Hoy, la práctica sustenta un amplio sector económico en la región. Carlos Andrés Carvajal, presidente de la Federación Nacional de Pirotécnicos, detalló que en Antioquia seis mil familias viven de la pólvora, principalmente, en el Oriente y el Sur del valle de Aburrá (Caldas y La Estrella).

Según Carvajal, el siempre elevado número de quemados en Antioquia se debe a que 70 por ciento de los productos pirotécnicos que se comercializan son informales, por lo que carecen de instrucciones de uso, se desconoce el fabricante y tienen mechas acloratadas que se encienden solo con rozamiento.

En defensa de la industria polvorera, Carvajal dijo que nada tiene que ver la pirotecnia con el narcotráfico. “No es una práctica de hace 30 años como lo quieren hacer ver. Nació en China hace siete siglos, después la practicaron en Roma. Llegó con la colonización española”, sugirió.

José Gregorio Henríquez, antropólogo e investigador de problemáticas urbanas, discrepó de Carvajal y dijo que las detonaciones y explosiones están vinculadas con la ostentación y el derroche en medio de tantas carencias materiales, porque es en las comunas populares donde más se detona pólvora.

“Se vuelve un exhibicionismo grotesco del poder adquisitivo. Se ha entronizado de forma nefasta”, dijo. Para Henríquez, no es una tradición, “no hace parte de nuestro patrimonio, lo podemos desterrar sin afectar la celebración de la Navidad”.

‘Es evidencia de la baja autoestima del antioqueño’

El sociólogo Alejandro Carvajal aseguró que los tacos, las papeletas y los voladores son una forma de alarde a los vecinos y al barrio de la capacidad económica personal.

“Hay quienes creen que la alegría es más creíble si se hace notoria. También hay quienes fingen haberla encontrado y falsean con estos actos”, opinó. Detalló que cuando la persona no es capaz de hacer propia su felicidad, busca la manera de exteriorizarla.

Para López García este es un rasgo que plantea un asunto difícil de sustentar: “Los antioqueños tenemos una autoestima muy bajita, a pesar de que decimos ser una raza pujante”.

Argumentó que el mito de la antioqueñidad sostiene y oculta el vacío de una identidad que se forjó con sacrificio pero que ha perdido los trazos de su pertenencia cultural. “Hay una gran pérdida de identidad, hay oculta una autoestima baja en el antioqueño y por eso la necesidad de celebraciones hiperbólicas y exageradas”, añadió.

También consideró que los antioqueños, como sociedad, no hemos logrado proponer otras formas de celebrar diferentes a prácticas violentas y explosivas, con el consumo exagerado de licor. Por eso criticó las estrategias de las autoridades que apelan a las sanciones punitivas y a “discursos culpabilizantes, generadores de miedo, como: ‘si usas pólvora, te puedes morir’. Son poco potentes, hay que pensar en mensajes que nos pongan a pensar en el significado histórico de la pólvora, que promuevan otras maneras de celebrar”.

JUAN DIEGO ORTIZ JIMÉNEZ
@JDiegoOrtiz en Twitter
juaort@eltiempo.com

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